Es difícil transmitir en palabras la magnitud del problema de la seguridad vial, la cantidad de personas que conocí en todo el país que tienen a víctimas entre sus familiares, amigos y conocidos. Si hubiese que resumir el drama en una imagen, se puede usar esta: la cantidad de víctimas de tránsito es equivalente a la situación que tendríamos si se cayera un avión comercial cada semana. La siniestralidad vial es la principal causa de muerte entre jóvenes entre 15 y 34 años. Hablamos de familias enteras destruidas, secuelas que quedan grabadas en el cuerpo, lesiones o discapacidades que acompañan a las personas toda la vida.
Las causas de los siniestros viales son muchas y nosotros estamos trabajando sobre todas ellas a la vez, sabiendo que es una situación que lleva tiempo revertir. Estamos construyendo en estos años las rutas y autopistas que no se hicieron en los últimos 60. Las rutas en mal estado y de doble mano actuales no perdonan el error humano del conductor, la situación imprevista, la distracción de un segundo. Transformar nuestra red vial es una de las columnas de la seguridad. Y en este punto es enorme lo que avanzamos: terminamos la construcción de 304 kilómetros de autopistas y se encuentran en ejecución 1.216 km. Las autopistas separan los sentidos de circulación y evitan así los choques frontales, que son una de las principales causas de muerte. Además ya pavimentamos o rehabilitamos cerca de 5.000 kilómetros de rutas y hay aproximadamente otros 11.000 kilómetros en ejecución. Lanzamos también los proyectos de participación público privada (PPP) para poder construir más rutas en menos tiempo.
Hoy se construyen rutas con un diseño indulgente, es decir con un diseño que reduce el riesgo de choque, con asfalto antideslizante y de mayor durabilidad, con banquinas pavimentadas, con señalización reflectiva, reemplazando las rutas que atraviesan localidades por circunvalaciones y variantes. Nunca se hizo obra con este ritmo y los récords que hemos batido en consumo de asfalto vial, de cemento y de empleo en construcción así lo demuestran.
Cuando empezamos la gestión había una oscuridad total en materia de estadísticas viales: no se sabía cuántas víctimas había, ni dónde eran los choques ni cómo ocurrían. En este punto hemos hecho un gran trabajo para recomponer las estadísticas que nos permiten elaborar los diagnósticos y las soluciones adecuadas. Trabajamos codo a codo con las provincias y cada vez son más las que entregan datos detallados de los siniestros, cada vez más provincias han mejorado o abierto observatorios de seguridad vial y hoy tenemos un sistema de herramientas y metodologías compartidas.
También intensificamos los controles a vehículos y conductores, con una gran coordinación entre la Agencia Nacional de Seguridad Vial, la CNRT, la Gendarmería Nacional y las policías provinciales. Incorporamos más radares y tecnología a los controles, para tener una fiscalización inteligente y digitalizada, más fiscalización en las terminales de micros y en peajes, a micros escolares y a micros de viajes de egresados (los que pueden ser solicitados por los padres y madres a través de la web). A los agentes de tránsito les dimos poder de constatación, es decir, que en las rutas nacionales ya no necesitan estar acompañados de la Gendarmería para hacer un control y pueden labrar multas.
A principios de este año, modificamos la Ley de Tránsito para cubrir los vacíos legales y los temas que no estaban cubiertos por la norma. Se incorporaron en el nuevo texto a vehículos que no estaban antes contemplados, como los cuatriciclos (para los que hay una licencia especial y zonas demarcadas donde pueden circular de forma segura. Y estamos acompañando a las provincias en su implementación) y los vehículos eléctricos. Reglamentamos también el sistema de retención infantil (SRI), conocido informalmente como “la sillita para chicos”, que es fundamental para la seguridad de los menores de hasta 10 años de edad. Y transferimos y unificamos la entrega de licencias de conducir en la Agencia Nacional de Seguridad Vial. Ya avanzamos un largo camino para que la multiplicidad de licencias de conducir que existen en el país –muchos municipios entregan sus propias licencias- se unifiquen en una sola (es decir, unificar los criterios con los que se habilita a un conductor, chequeando antecedentes y reincidencia). Hoy la Licencia Nacional de Conducir está presente en el 87% del territorio nacional.
Trabajamos en la educación, para que los conductores internalicen buenas prácticas, llevando charlas de concientización y capacitaciones a todos los rincones del país. Es un trabajo de cercanía y de diálogo para generar cambios profundos en la cultura vial, los que se encuentran en la base de la prevención.
Conocemos la dimensión del problema. Y sabemos que las respuestas no son de un día para el otro sino que forman parte de un proceso de largo alcance. Es mucho lo que hay para hacer y nosotros estamos abordando todos los frentes del problema al mismo tiempo, con un Ministerio de Transporte que por primera vez en la historia reúne a todas las áreas involucradas.
Por supuesto, le pido a todos y cada uno que seamos responsables al frente de un vehículo, que nos cuidemos y cuidemos a los demás, usando el casco en la moto y el cinturón de seguridad en el auto, sin importar si estamos sentados adelante o atrás, respetando las velocidades máximas, cediendo el paso a los peatones y siendo prudentes en cada decisión que tomamos al circular. La seguridad de las personas es nuestra prioridad al gobernar.